La detección de casos positivos de Influenza Aviar de Alta Patogenicidad (IAAP) en distintas regiones de la Argentina -fundamentalmente, en un corral de Río Negro- encendió las alertas de las autoridades nacionales en la materia. Aquellas se dispararon por motivos comerciales, debido a que no se trata de una enfermedad que afecte al ser humano. Por el momento, sin embargo, el país pierde, temporalmente, su estatus de libre de la enfermedad y las exportaciones fueron suspendidas.
“La producción aviar para el consumo en el país continuará desarrollándose con normalidad, ya que la IAAP no se transmite por el consumo de carne de ave o de huevos. Aquellos frigoríficos que exportan podrán comercializar sus productos en el mercado interno”, precisaron, mediante un comunicado, las autoridades del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
Hasta el momento, de las 177 notificaciones analizadas por el laboratorio del Senasa se confirmaron 25 casos en aves silvestres (tres), de traspatio (21) y del sector comercial (uno), distribuidos de la siguiente manera: 13 en Córdoba, cuatro en Buenos Aires, dos en Río Negro y en Santa Fe, y uno en Jujuy, en Neuquén en San Luis y en la vecina provincia de Salta. Ante la detección de casos positivos, el personal del Senasa procede al sacrificio y al enterramiento de los animales y de objetos que hayan tenido contacto con ellos. También ejecuta un rastrillaje de 10 kilómetros a la redonda para monitorear que no se haya expandido la enfermedad.
Toda esta situación generó algunas especulaciones; en especial, de índole económico. No solo por lo que implica el cierre temporal de las exportaciones, sino, además, en cómo puede impactar esto en el mercado interno. En un contexto de inflación creciente un potencial faltante de carne o de huevos puede disparar el precio de estos productos.
“Por ahora son solos casos aislados, pero sabemos que no podemos hacer futurología. Es fundamental que los productores, el Senasa, los Gobiernos nacional y de las provincias y todos los actores involucrados en la producción avícola que tienen participación en esta situación tomemos precauciones y seamos responsables en la toma de decisiones”, puntualizó a LA GACETA Esteban Martínez Zavalía (h), gerente de Tucumán Avicola.
El empresario mostró su preocupación por lo que puede generar el avance de la enfermedad en los productos de venta al público. “Tanto el huevo como la carne de ave son alimentos base en la dieta de las personas; y al ser de difícil sustitución, el precio depende, fundamentalmente, de la oferta existente”, señaló Martínez Zavalía. “Es simple, si hay poco stock el precio sube, si hay alto stock, baja; e incluso puede llegar a valer menos que el costo de producción”, precisó. Sobre esa base, consideró ideal que se trate de mantener un equilibrio. “Las fluctuaciones altas en los precios provocan daño en los productores y en el público”, dijo.
El médico veterinario Carlos Estrada -especializado en avicultura, y acreditado por el Senasa- se mostró tranquilo. Justificó ese sentimiento sobre la base del estatus sanitario de la Argentina, en lo que respecta a la producción avícola. “Es muy difícil que se dé una fluctuación amplia de precios a partir del cierre de las exportaciones. Estas representan solo un 30% de la producción de pollo del país; si se vuelca al mercado interno no habrá problemas de sobre oferta”, dijo Estrada, quien se desempeña como asesor en la firma tucumana Molino Trigotuc.
Subrayó la necesidad de que las autoridades y los productores envíen un claro mensaje al consumidor. “La gripe aviar existe desde hace muchísimos años en el mundo. Nosotros teníamos la suerte de que nunca se había registrado un caso en la Argentina, hasta ahora. De allí que el país presente un excelente estatus sanitario. El Gobierno hace bien en cerrar las exportaciones hasta que la cosa se tranquilice”, consideró.
Agregó que el objetivo es que la enfermedad no llegue a las granjas. “Todo pasa por el trabajo que se realice en los centros productivos; y la Argentina trabaja muy bien este tema, desde siempre, con controles de bioseguridad. Difícilmente uno vaya a manipular un ave enferma. No es para atemorizarse; si hubiese algún riesgo el Senasa tomaría la decisión de que no se venda carne”, puntualizó el médico veterinario nacido en Salta, que hace cuatro décadas trabaja para empresas que se dedican a la producción de pollos y de huevos.